En Guinea Ecuatorial, como en muchas otras partes del mundo, el acceso a una educación de calidad se ha visto limitada por las medidas de prevención de la pandemia. Los cierres de colegios han tenido repercusiones no sólo en el proceso educativo del futuro capital humano del país sino que han afectado a la vida personal de todos los implicados, profesores, padres o tutores y alumnos. Tenemos ante nosotros un gran problema social que afecta a todos y que precisa urgentemente de acciones públicas y privadas que puedan ofrecer soluciones. Dado que afecta a todos por igual debemos asumir, cada uno desde su rol, el compromiso para solventar esta difícil situación.

Son loables los esfuerzos que han hecho algunos docentes en el país para poder ofrecer cierta continuidad del proceso educativo a los alumnos tras el cierre generalizado de colegios de marzo a junio de 2020 y el cierre de colegios en las ciudades de Malabo y Bata en 2021. Desde los que gastaron su saldo personal en datos móviles para poder enviar y recibir tareas por whatsapp hasta los que realizaban copias para distribuir entre sus alumnos porque su centro educativo no les proporcionaba el soporte para poder dar cierta continuidad al proceso cursado. También es totalmente comprensible la actitud de otros docentes que al no recibir soporte de su institución educativa no han llevado a cabo ninguna iniciativa si tenemos en cuenta que pueden haber sentido que la situación les sobrepasaba con un gran número de padres o tutores contactando con ellos a todas horas, vulnerando su derecho a la desconexión digital, con peticiones a las que ellos no podían dar solución.

El impacto en la vida personal de padres y tutores también merece mención. Desde los que han brindado su hogar para que algún docente pudiese tener acceso a internet hasta los que han ayudado con tareas de escaneo para la elaboración de materiales. Pero lamentablemente la educación a distancia es mucho más que la mera recepción de tareas a realizar. Padres y tutores se han visto desbordados al tener que asumir el rol de docente con las dificultades que han supuesto añadir ese rol en su vida diaria. Sin una correcta planificación del estudio a distancia, incluso los padres o tutores más comprometidos con el apoyo al proceso educativo desde el hogar con un nivel educativo que podía ofrecer acompañamiento, se han encontrado situaciones a las que no podían dar solución.

Muchos han adoptado actitudes resilientes pero es el momento de hacer un alto y dar al César lo que es del César. Los profesores deben adquirir las competencias digitales docentes que les permitan asumir su rol docente en el mundo digital y que permita a los padres o tutores dejar de actuar de intermediarios en el proceso educativo.

Y si, el aprendizaje del uso de la tecnología es muy importante pero la adquisición de competencias de comunicación es fundamental para que este proceso de transformación pueda tener éxito.

En todo proceso de comunicación se encuentran cinco elementos básicos: el emisor, el receptor, el mensaje, el código y el canal. En la enseñanza tradicional el profesor es el emisor que transmite los contenidos (mensaje) a los receptores (alumnos) mediante un código (hablado o escrito) en un canal (aula). En el aula tradicional el profesor puede desarrollar las competencias para la docencia elaborando contenidos de codificación directa a través de explicaciones orales o escritas en la pizarra, proponiendo actividades o evaluando a los alumnos en un canal, el aula, sin elementos externos que dificulten la comprensión del mensaje. El ruido de la comunicación que son todos aquellos elementos que dificultan que el mensaje se transmita del emisor al receptor, en un aula tradicional se ve reducido al mínimo.

En la educación en línea el canal se ve modificado y en consecuencia debe modificar la forma de codificación de los mensajes adaptándolos al canal. La codificación ya no puede ser directa y espontánea en el aula sino que requiere de la planificación y producción previa necesaria para cualquier formato audiovisual. En el mundo audiovisual no hay espacio para la improvisación. Ni tan siquiera el más riguroso directo puede realizarse sin una gran labor de preproducción y coordinación. Las competencias para la docencia a las que el profesor recurre en el aula presencial deben ser complementadas con competencias en tecnología desde las dimensiones de la información, la comunicación y la ética.

El rol del profesor se desdobla: por un lado el que transmite información, el que da clase, pero ahora mediada por tecnologías (tecnología del libro, del video, del cassette de audio…). Es el que llamamos docente-contenidista. Por otro lado, el que ayuda a los estudiantes a superar las dificultades del aprendizaje (y la soledad del aprendizaje): el docente-tutor.

Juan Carlos Asinstein

Los roles del profesor creador de contenidos y el profesor tutor que antes tenían lugar de forma simultánea en el aula en el entorno digital quedan claramente diferenciados y se producen en momentos muy diferentes en el tiempo.

Otro de los aspectos que hay que tener en cuenta es que la educación en línea no se trata de sustituir el aula por clases a través de videoconferencia. Internet es un canal audiovisual no exento de un gran ruido. Por ese motivo los contenidos destinados a ser asimilados por la audiencia deben ser breves para que el espectador, en este caso, el alumno pueda focalizar toda su atención en el mensaje. La gamificación del aula se vuelve fundamental para poder retener la atención en la asimilación del contenido docente y para poder realizar contenidos de gamificación del aula el docente debe haber superado el nivel medio de competencias digitales docentes.

A pesar de los avances en las aplicaciones de videollamada, las clases sincrónicas en línea deben ser un recurso en última instancia debido al ruido del canal como ya se ha señalado y por otros dos motivos a tener en cuenta. Por un lado, las repercusiones que puede tener para la salud el uso diario de videoconferencias. Un reciente estudio de la universidad de Stanford demuestra que la sobrecarga por la comunicación no verbal en multipantalla conlleva a la denominada “fatiga por zoom”. Exponer a niños en edad de educación primaria a tres horas diarias de videollamada no es la solución, programar una hora de videollamada diaria para niños en edad de educación infantil no es la solución.

Por otro lado, las características de la conectividad del país actuales hacen que sea inviable las clases síncronas por videollamada. Aún en zonas con gran acceso a la conectividad esta no es estable pudiendo darse casos en los que no es posible acceder a la conexión a la fecha y hora señalada, lo que conlleva a la pérdida de la experiencia docente. 

La única solución para poder afrontar los retos de la educación a distancia, con la actual situación de acceso a la conectividad en el país, es establecer una educación en línea asíncrona e incorporar metodologías de aula invertida para poder paliar los efectos de cierres imprevistos. Y para esto las competencias de comunicación juegan un papel principal.

Para Juan Carlos Asinsten autor de la Guía de trabajo del profesor contenidista, el desdoblamiento del rol del docente conlleva a que el peso de la labor docente se realice a través del rol del profesor contenidista con mucha anterioridad al inicio del curso dejando la labor de seguimiento del aprendizaje al rol del profesor tutor.

El profesor contenidista debe estructurar el curso con pautas de tiempo y elaborar consignas que deben ser transmitidas al inicio de la actividad para que el alumno pueda planificar su aprendizaje en base a estas consignas, integrando esta planificación en su vida diaria de tal forma que pueda asignar al aprendizaje un tiempo exclusivo, exento de distracciones externas y con todo el foco de atención en la asimilación de contenidos. El profesor contenidista debe elaborar o compartir contenidos respetando los derechos de autor y la salud visual del alumno por este motivo debe adquirir las nociones básicas de comunicación que le permitan el tratamiento de texto e imágenes con el apoyo de la tecnología.

Una vez planificado el curso el profesor tutor se encarga de realizar el seguimiento del aprendizaje y de la valoración del comportamiento ético del alumno en el medio digital. El rol del profesor tutor permitirá personalizar la enseñanza según las necesidades del alumno y la automatización de tareas permitiría hacer frente a los problemas que se experimentan por las ratios elevadas de alumnos por aula en el país.

Que cada cual asuma su rol servirá para solventar cierres imprevistos en esta época de incertidumbre global y para mejorar en muchos aspectos la calidad de la educación en el país.

Como país africano, vamos a la zaga en muchos aspectos. La creación de un marco regulatorio de las competencias digitales docentes es uno de ellos. La mayoría de países no disponían de marco regulatorio cuando la pandemia irrumpió en la realidad global. Como ejemplo podemos encontrar a España que estableció su marco de referencia de la competencia digital docente en julio de 2020 tres meses y medio después del primer estado de alarma decretado a raíz de la pandemia. Lo importante, ahora que vamos a partir desde cero en proveer a la población de competencias digitales es no perder de vista la necesidad de que exista un marco regulatorio de las competencias digitales que todo profesor deberá tener para poder afrontar el reto de las clases en línea. Dotar a la población actual docente de competencias digitales conllevará gastos que repercutirán en el Estado en el caso de centros educativos públicos y en los centros privados. Es momento de prever que todo aquel que se encuentre cursando magisterio no finalice la carrera sin una correcta formación en competencias digitales docentes para evitar el futuro gasto. 

Con los peligros existentes en la red, ¿cuál debe ser el nivel mínimo de competencias digitales que debe tener un docente para llevar la gestión de un aula digital con menores? y ¿qué papel deben jugar los centros educativos para proteger a sus alumnos menores de edad en el ámbito digital?. Ahora que aparecen y seguirán apareciendo diversos actores públicos y privados cuyo objetivo es contribuir a dar solución a este problema socioeconómico, el Estado que también ocupa su rol en este proceso debe comenzar a regular este ámbito para que todos aquellos que se involucren en la transformación digital de la educación lo hagan siguiendo los criterios que el Estado especifique. De lo contrario, como ya sucede en otros ámbitos, todo será válido cuando en realidad nada lo será. No podemos afrontar este reto en función de lo que estime un actor aislado, debemos afrontarlo en función de lo que el Estado estime válido para la formación de los formadores del futuro capital humano del país ya que son la futura verdadera riqueza del país. Sin esto todos los esfuerzos para llevar al país a la emergencia en un futuro habrán sido en vano.

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