“WhatsApp, viewer discretion is not advised”. La exposición reiterada a imágenes violentas y explicítas tiene efectos negativos en nuestra salud y bienestar digital.

“WhatsApp, viewer discretion is not advised”. La exposición reiterada a imágenes violentas y explicítas tiene efectos negativos en nuestra salud y bienestar digital.

En Guinea Ecuatorial la difusión de contenido violento explícito a través de grupos de WhatsApp no es nada nuevo. Desde vídeos de agresiones hasta fotografías de los cuerpos sin vida de cuatro jóvenes tras un trágico accidente. La falta de sensibilidad en la difusión de contenido violento a través de grupos de WhatsApp ha alcanzado un nivel deleznable tras el aumento de la criminalidad experimentado en el país en los últimos días por un grupo al que no se menciona para cortar de raíz sus “15 minutos de fama”. Fotografías de los cuerpos mutilados a machetazos han inundado grupos de WhatsApp.

No nos detendremos mucho en los daños que suponen la redifusión de estas imágenes para víctimas y allegados contribuyendo a su revictimización. Aún falta mucho para que seamos realmente críticos con nuestra responsabilidad por redifusión ya que es fácil caer en el trato despersonalizado de las víctimas que aparecen en las imágenes cuando son desconocidos. Falta asimilar que el “yo solo comparto” no exime de responsabilidad sino que genera una culpa por redifusión. Sin duda este aspecto requiere otro artículo.

La sociedad de la información se caracteriza por permitir que todos podamos convertirnos en fuentes de información sin que, en muchos casos, se cuente con la responsabilidad y ética propia del código deontológico periodístico.

Nuestros medios nacionales ven limitada su capacidad de cobertura bien por razones económicas o bien por razones de otra índole y esto conlleva a que muchos individuos se conviertan en generadores de pseudo información o información poco ética. En el surgimiento del periodismo ciudadano debe hacerse hincapié tanto en el daño que puede causar en una sociedad la pseudo información y la desinformación como en el que pueden causar las imágenes difundidas por fuentes ajenas a medios de comunicación reconocidos, imágenes sin filtro mediático.

Los efectos de la exposición a contenidos visuales violentos y explícitos en la audiencia y en los periodistas siempre ha sido objeto de debate. Un caso de referencia para profesionales de la información es el de Kevin Cárter reportero gráfico ganador de un premio Pulitzer que se quitó la vida por los efectos psicológicos de su exposición reiterada a situaciones de violencia. Para la audiencia sin embargo, aunque no existen casos tan evidentes, los daños psicológicos se manifiestan de diferentes maneras que están más relacionadas con la frecuencia de exposición a este tipo de contenido que a la dureza del mismo. La pérdida de capacidad de control en la experiencia de visualización genera traumas en los espectadores que se encuentran con vídeos o imágenes que se reproducen de forma inmediata. Para Bruce Shapiro director ejecutivo del centro Dart para el periodismo y el trauma la pérdida de control sobre la experiencia de visualización “es una marca registrada del daño psicológico y el trauma”. La advertencia sobre el contenido violento y explícito es imprescindible para que la audiencia pueda conservar el control de su experiencia de visualización y disminuir los efectos psicológicos de la exposición involuntaria reiterada a este tipo de contenido.

La salud y el bienestar físico, emocional y psicológico en el uso de las tecnologías es una de las competencias digitales para la ciudadanía. WhatsApp se ha convertido en una aplicación presente en nuestro día a día con un alto potencial de generar estrés y ansiedad entre sus usuarios. Muchos llegan a asimilar el ruido comunicativo siempre presente en grupos de WhatsApp como algo habitual y cotidiano sin plantearse los efectos que tiene en su bienestar emocional. Al ser el canal más extendido se recurre a él de forma indiscriminada sin considerar el propósito comunicativo lo que convierte a WhatsApp en una aplicación causante de varios trastornos psicológicos asociados al uso de nuevas tecnologías. En el aspecto que estamos tratando, las características de WhatsApp dificultan la regulación del contenido dañino o violento como puede suceder en otras redes sociales como Facebook o Instagram motivo por el que debe primar la autorregulación en la difusión de contenidos entre sus usuarios.

Lo ideal para el periodismo ciudadano sería la abstención en el envío de imágenes violentas y explícitas analizando su utilidad a la finalidad informativa y valorando el contexto colapsado. Es necesario preguntarse ¿puedo explicar determinado hecho sin recurrir a imágenes explícitas? ¿Puedo evitar que la intención original de mi publicación se pierda ante la masificación de la audiencia a través de las redifusiones?

Pocos días después del día internacional de la libertad de prensa se puede comprobar a través de diversas declaraciones en medios de profesionales del sector que, entre otras, una de las grandes preocupaciones del gremio se centra en el ejercicio de este derecho con responsabilidad en la era digital. Esto siempre requiere no sobrepasar los límites de la libertad de expresión, límites que el periodismo 2.0. aún no tiene claros por el escaso nivel de alfabetización digital de los pseudo reporteros.

Llegados al punto de tener que aceptar que el sensacionalismo siempre resulta vencedor en el periodismo ciudadano, es primordial que aquellos que se sientan inclinados hacia esta práctica a través de grupos de WhatsApp consideren las repercusiones en el bienestar psicológico de la audiencia directa previniendo del contenido violento y explícito que envían.

¿Cómo prevenir a la audiencia del contenido violento y explícito en grupos de WhatsApp?

Para prevenir a la audiencia de que el contenido enviado es violento y explícito sigue estos simples pasos:

  1. Previamente al envío del contenido envía un mensaje con el siguiente texto “AVISO: Contenido explícito que puede dañar la sensibilidad del espectador” 
  2. Configura el contenido, vídeo o imagen, para que solo pueda ser visualizado una vez. Para esto debes presionar el número 1 que aparece en la barra de comentarios cuando adjuntes el contenido.

Con estos simples pasos permites a tu audiencia directa recuperar el control sobre su experiencia de visualización ya que permite ver el aviso y no se genera vista previa del contenido permitiendo al receptor la elección de visualizar o no visualizar ese contenido.

Con esta práctica también se dificulta  la revictimización de los afectados mediante el reenvío indiscriminado de contenido violento. Una vez visualizado el contenido deja de estar disponible, aunque siempre existe el riesgo de que se haga una captura de pantalla antes del fin de visualización. Para cualquiera que pretenda reenviar ese contenido los pasos a seguir en el proceso de reenvío aumentan.

¿Se pueden enfrentar los retos de la educación en línea sin un marco regulatorio de las competencias digitales docentes?

¿Se pueden enfrentar los retos de la educación en línea sin un marco regulatorio de las competencias digitales docentes?

En Guinea Ecuatorial, como en muchas otras partes del mundo, el acceso a una educación de calidad se ha visto limitada por las medidas de prevención de la pandemia. Los cierres de colegios han tenido repercusiones no sólo en el proceso educativo del futuro capital humano del país sino que han afectado a la vida personal de todos los implicados, profesores, padres o tutores y alumnos. Tenemos ante nosotros un gran problema social que afecta a todos y que precisa urgentemente de acciones públicas y privadas que puedan ofrecer soluciones. Dado que afecta a todos por igual debemos asumir, cada uno desde su rol, el compromiso para solventar esta difícil situación.

Son loables los esfuerzos que han hecho algunos docentes en el país para poder ofrecer cierta continuidad del proceso educativo a los alumnos tras el cierre generalizado de colegios de marzo a junio de 2020 y el cierre de colegios en las ciudades de Malabo y Bata en 2021. Desde los que gastaron su saldo personal en datos móviles para poder enviar y recibir tareas por whatsapp hasta los que realizaban copias para distribuir entre sus alumnos porque su centro educativo no les proporcionaba el soporte para poder dar cierta continuidad al proceso cursado. También es totalmente comprensible la actitud de otros docentes que al no recibir soporte de su institución educativa no han llevado a cabo ninguna iniciativa si tenemos en cuenta que pueden haber sentido que la situación les sobrepasaba con un gran número de padres o tutores contactando con ellos a todas horas, vulnerando su derecho a la desconexión digital, con peticiones a las que ellos no podían dar solución.

El impacto en la vida personal de padres y tutores también merece mención. Desde los que han brindado su hogar para que algún docente pudiese tener acceso a internet hasta los que han ayudado con tareas de escaneo para la elaboración de materiales. Pero lamentablemente la educación a distancia es mucho más que la mera recepción de tareas a realizar. Padres y tutores se han visto desbordados al tener que asumir el rol de docente con las dificultades que han supuesto añadir ese rol en su vida diaria. Sin una correcta planificación del estudio a distancia, incluso los padres o tutores más comprometidos con el apoyo al proceso educativo desde el hogar con un nivel educativo que podía ofrecer acompañamiento, se han encontrado situaciones a las que no podían dar solución.

Muchos han adoptado actitudes resilientes pero es el momento de hacer un alto y dar al César lo que es del César. Los profesores deben adquirir las competencias digitales docentes que les permitan asumir su rol docente en el mundo digital y que permita a los padres o tutores dejar de actuar de intermediarios en el proceso educativo.

Y si, el aprendizaje del uso de la tecnología es muy importante pero la adquisición de competencias de comunicación es fundamental para que este proceso de transformación pueda tener éxito.

En todo proceso de comunicación se encuentran cinco elementos básicos: el emisor, el receptor, el mensaje, el código y el canal. En la enseñanza tradicional el profesor es el emisor que transmite los contenidos (mensaje) a los receptores (alumnos) mediante un código (hablado o escrito) en un canal (aula). En el aula tradicional el profesor puede desarrollar las competencias para la docencia elaborando contenidos de codificación directa a través de explicaciones orales o escritas en la pizarra, proponiendo actividades o evaluando a los alumnos en un canal, el aula, sin elementos externos que dificulten la comprensión del mensaje. El ruido de la comunicación que son todos aquellos elementos que dificultan que el mensaje se transmita del emisor al receptor, en un aula tradicional se ve reducido al mínimo.

En la educación en línea el canal se ve modificado y en consecuencia debe modificar la forma de codificación de los mensajes adaptándolos al canal. La codificación ya no puede ser directa y espontánea en el aula sino que requiere de la planificación y producción previa necesaria para cualquier formato audiovisual. En el mundo audiovisual no hay espacio para la improvisación. Ni tan siquiera el más riguroso directo puede realizarse sin una gran labor de preproducción y coordinación. Las competencias para la docencia a las que el profesor recurre en el aula presencial deben ser complementadas con competencias en tecnología desde las dimensiones de la información, la comunicación y la ética.

El rol del profesor se desdobla: por un lado el que transmite información, el que da clase, pero ahora mediada por tecnologías (tecnología del libro, del video, del cassette de audio…). Es el que llamamos docente-contenidista. Por otro lado, el que ayuda a los estudiantes a superar las dificultades del aprendizaje (y la soledad del aprendizaje): el docente-tutor.

Juan Carlos Asinstein

Los roles del profesor creador de contenidos y el profesor tutor que antes tenían lugar de forma simultánea en el aula en el entorno digital quedan claramente diferenciados y se producen en momentos muy diferentes en el tiempo.

Otro de los aspectos que hay que tener en cuenta es que la educación en línea no se trata de sustituir el aula por clases a través de videoconferencia. Internet es un canal audiovisual no exento de un gran ruido. Por ese motivo los contenidos destinados a ser asimilados por la audiencia deben ser breves para que el espectador, en este caso, el alumno pueda focalizar toda su atención en el mensaje. La gamificación del aula se vuelve fundamental para poder retener la atención en la asimilación del contenido docente y para poder realizar contenidos de gamificación del aula el docente debe haber superado el nivel medio de competencias digitales docentes.

A pesar de los avances en las aplicaciones de videollamada, las clases sincrónicas en línea deben ser un recurso en última instancia debido al ruido del canal como ya se ha señalado y por otros dos motivos a tener en cuenta. Por un lado, las repercusiones que puede tener para la salud el uso diario de videoconferencias. Un reciente estudio de la universidad de Stanford demuestra que la sobrecarga por la comunicación no verbal en multipantalla conlleva a la denominada “fatiga por zoom”. Exponer a niños en edad de educación primaria a tres horas diarias de videollamada no es la solución, programar una hora de videollamada diaria para niños en edad de educación infantil no es la solución.

Por otro lado, las características de la conectividad del país actuales hacen que sea inviable las clases síncronas por videollamada. Aún en zonas con gran acceso a la conectividad esta no es estable pudiendo darse casos en los que no es posible acceder a la conexión a la fecha y hora señalada, lo que conlleva a la pérdida de la experiencia docente. 

La única solución para poder afrontar los retos de la educación a distancia, con la actual situación de acceso a la conectividad en el país, es establecer una educación en línea asíncrona e incorporar metodologías de aula invertida para poder paliar los efectos de cierres imprevistos. Y para esto las competencias de comunicación juegan un papel principal.

Para Juan Carlos Asinsten autor de la Guía de trabajo del profesor contenidista, el desdoblamiento del rol del docente conlleva a que el peso de la labor docente se realice a través del rol del profesor contenidista con mucha anterioridad al inicio del curso dejando la labor de seguimiento del aprendizaje al rol del profesor tutor.

El profesor contenidista debe estructurar el curso con pautas de tiempo y elaborar consignas que deben ser transmitidas al inicio de la actividad para que el alumno pueda planificar su aprendizaje en base a estas consignas, integrando esta planificación en su vida diaria de tal forma que pueda asignar al aprendizaje un tiempo exclusivo, exento de distracciones externas y con todo el foco de atención en la asimilación de contenidos. El profesor contenidista debe elaborar o compartir contenidos respetando los derechos de autor y la salud visual del alumno por este motivo debe adquirir las nociones básicas de comunicación que le permitan el tratamiento de texto e imágenes con el apoyo de la tecnología.

Una vez planificado el curso el profesor tutor se encarga de realizar el seguimiento del aprendizaje y de la valoración del comportamiento ético del alumno en el medio digital. El rol del profesor tutor permitirá personalizar la enseñanza según las necesidades del alumno y la automatización de tareas permitiría hacer frente a los problemas que se experimentan por las ratios elevadas de alumnos por aula en el país.

Que cada cual asuma su rol servirá para solventar cierres imprevistos en esta época de incertidumbre global y para mejorar en muchos aspectos la calidad de la educación en el país.

Como país africano, vamos a la zaga en muchos aspectos. La creación de un marco regulatorio de las competencias digitales docentes es uno de ellos. La mayoría de países no disponían de marco regulatorio cuando la pandemia irrumpió en la realidad global. Como ejemplo podemos encontrar a España que estableció su marco de referencia de la competencia digital docente en julio de 2020 tres meses y medio después del primer estado de alarma decretado a raíz de la pandemia. Lo importante, ahora que vamos a partir desde cero en proveer a la población de competencias digitales es no perder de vista la necesidad de que exista un marco regulatorio de las competencias digitales que todo profesor deberá tener para poder afrontar el reto de las clases en línea. Dotar a la población actual docente de competencias digitales conllevará gastos que repercutirán en el Estado en el caso de centros educativos públicos y en los centros privados. Es momento de prever que todo aquel que se encuentre cursando magisterio no finalice la carrera sin una correcta formación en competencias digitales docentes para evitar el futuro gasto. 

Con los peligros existentes en la red, ¿cuál debe ser el nivel mínimo de competencias digitales que debe tener un docente para llevar la gestión de un aula digital con menores? y ¿qué papel deben jugar los centros educativos para proteger a sus alumnos menores de edad en el ámbito digital?. Ahora que aparecen y seguirán apareciendo diversos actores públicos y privados cuyo objetivo es contribuir a dar solución a este problema socioeconómico, el Estado que también ocupa su rol en este proceso debe comenzar a regular este ámbito para que todos aquellos que se involucren en la transformación digital de la educación lo hagan siguiendo los criterios que el Estado especifique. De lo contrario, como ya sucede en otros ámbitos, todo será válido cuando en realidad nada lo será. No podemos afrontar este reto en función de lo que estime un actor aislado, debemos afrontarlo en función de lo que el Estado estime válido para la formación de los formadores del futuro capital humano del país ya que son la futura verdadera riqueza del país. Sin esto todos los esfuerzos para llevar al país a la emergencia en un futuro habrán sido en vano.

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África no puede permitirse repetir los errores de occidente en la generalización del acceso a internet de su población

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Por qué las Competencias TIC para la Ciudadanía Digital deben ser obligatorias

El futuro tecnológico que auguraba para el año 2030 el Informe Mundial sobre el Comercio de 2018 se adelantó 10 años, no como consecuencia de la evolución del comercio sino como consecuencia de la irrupción de la pandemia de COVID-19 en 2020. Los sectores y empresas que aún no habían iniciado su proceso de transformación digital sufrieron y siguen sufriendo las consecuencias económicas y sociales de la paralización de su actividad. Ante la incertidumbre global, la transformación digital se presenta como la solución para poder garantizar la continuidad y el crecimiento de los diferentes sectores.

En Guinea Ecuatorial, el sector más afectado por las consecuencias derivadas de las medidas de prevención contra el coronavirus es el sector de la educación tras el cierre generalizado de colegios de marzo a junio de 2020 y el cierre de colegios en las ciudades de Malabo y Bata de febrero a mayo de 2021. Mientras el resto del mundo adoptaba medidas para implementar sistemas de educación en línea, en muchos casos gratuitos para centros educativos de todo el mundo y que permiten su uso desde ordenadores y dispositivos móviles con y sin conexión, en Guinea Ecuatorial la educación quedó paralizada.

Es cierto que las estrategias de educación a distancia llegaron a ciertas regiones de manera desigual agudizando las brechas educativas existentes como señaló UNICEF, por la inequidad preexistente en el acceso a recursos como conectividad, dispositivos y ambientes propicios para el aprendizaje. Sin embargo en Guinea Ecuatorial no se ha dado esta desigualdad, las estrategias de educación a distancia han sido insuficientes e ineficaces para toda la población.

En 2019, previamente a la irrupción de la pandemia, un 23% de la población tenía acceso a internet según el estudio de redes sociales en África. Durante el confinamiento en 2020 el gobierno estableció un aumento gratuito de la velocidad de internet contratada por los usuarios. Desde entonces las tarifas de internet han ido experimentando reducciones progresivas para permitir una mayor accesibilidad a la conectividad. Toda la población con un dispositivo móvil puede acceder a internet a través de datos móviles a excepción de zonas remotas donde la señal es débil y los esfuerzos se están centrando en mejorar la conectividad en estas zonas. No tengo acceso a estudios más recientes pero puedo asegurar que actualmente el porcentaje de accesibilidad a internet de la población ecuatoguineana ha aumentado considerablemente desde 2019.

Llegados a este punto debemos preguntarnos; ¿por qué en zonas urbanas con acceso a la conectividad, la educación se paralizó para niños y jóvenes?, ¿por qué niños de hogares de clase media y alta que pueden asegurar la alimentación básica y con varios dispositivos en sus hogares han sufrido la paralización de la educación?, ¿por qué niños con padres con un nivel educativo medio o alto que pueden ofrecer acompañamiento en la educación también han sufrido esto?, ¿por qué a pesar de que algunos centros, de nivel socioeconómico medio – alto, han adoptado la infraestructura correcta para llevar a cabo la educación a distancia, esta sigue siendo muy deficiente?. La respuesta a todos estos interrogantes se encuentra en que la población ecuatoguineana en general carece de competencias digitales. En la actualidad gran parte de la población tiene acceso a redes sociales, son participantes activos en estas pero es fácil encontrar personal en entidades públicas y privadas que carecen de competencias para realizar tareas básicas como enviar un correo electrónico operacional.

Las competencias digitales son fundamentales en los currículums escolares actuales. De hecho se considera una competencia clave que debe haber desarrollado cualquier estudiante al acabar la etapa de educación obligatoria-

Universidad de la Rioja

Después de que la pandemia lo haya puesto de manifiesto, ya nadie pone en duda que las competencias digitales, aún cuando el acceso a las infraestructuras sea posible, son necesarias para integrarse adecuadamente en la sociedad digital. De lo contrario el individuo se verá afectado en la vida real quedando excluido del acceso a la educación y del acceso a oportunidades laborales en igualdad de condiciones. Por este motivo, las competencias digitales forman parte de la instrucción elemental y fundamental que debe tener todo ser humano y como señala el art. 26.1. de la Carta Universal de Derechos Humanos; “La instrucción elemental será obligatoria”.

Muchos países con anterioridad a la irrupción de la pandemia ya habían incluido la obligatoriedad de la educación tecnológica en la educación primaria y secundaria. Sin embargo, en 2020 estos países también se enfrentaron a dificultades para afrontar los retos de la educación en línea. Esto se debe a que existen competencias de la información y de la comunicación digital que son muy difíciles de desarrollar, casi imposibles, siempre que exista la opción de dar solución a determinado inconveniente de manera presencial. Las competencias deben ser adquiridas en el entorno donde deben ser utilizadas para poder garantizar una acción eficaz. En Guinea Ecuatorial no nos podemos permitir todo ese recorrido para descubrir que sólo con la educación tecnológica en las escuelas, aún cuando se empleen metodologías de aula invertida, no es suficiente para proveer a la población de todas las competencias digitales necesarias para su inclusión en la sociedad en igualdad de condiciones. Por este motivo las Competencias TIC para la Ciudadanía Digital deben ser instruidas y evaluadas en línea. 

Desde otra perspectiva se puede encontrar la problemática del uso incorrecto de internet. La promoción, la protección y el disfrute de los derechos humanos en Internet es una prioridad internacional reconocida en la resolución A/HRC/32/L.20 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde que en 2011 se publicase la Carta de Derechos Humanos y Principios en Internet, los 10 principios que recogen la traslación de los derechos humanos al mundo digital han pasado a ser conocidos como los derechos digitales. En la actualidad en el mundo digital se siguen produciendo daños irreparables a los usuarios porque el proceso de elaboración de normas que protejan los derechos digitales es más lento que el de la propia evolución de internet. 

Una de las principales obligaciones del Estado radica en proteger la integridad física y moral de su población. Con un uso incorrecto de internet, el usuario pone en riesgo no sólo su propia integridad sino que también la integridad de otros usuarios. En tanto que el Estado pueda elaborar normas que protejan los derechos fundamentales en el mundo digital, los usuarios deben poseer las competencias para autoprotegerse y no vulnerar los derechos de los demás. Cuando surgió el automóvil y empezaron a producirse accidentes que ponían en peligro la integridad física de conductores, pasajeros y peatones se estableció la obligatoriedad del permiso de conducir como medida para certificar que los conductores tenían las competencias para conducir sin poner en peligro su propia integridad o la de los demás. De igual manera desde que se alcancen los 13 años de edad, la edad permitida para tener un correo electrónico o cuentas en redes sociales, debe establecerse la obligatoriedad de una certificación en Competencias TIC para la Ciudadanía Digital que garantice que los usuarios tienen competencias para realizar un uso correcto de internet sin poner en peligro su propia integridad o la de los demás como requisito para superar la educación secundaria obligatoria. 

Cuando me establecí en el año 2010 en Guinea Ecuatorial abrí una productora audiovisual que mantuve durante 5 años. En esa época había muy pocos técnicos audiovisuales cualificados y en picos de producción me veía obligada a trabajar en remoto con profesionales que se encontraban en Madrid o Nueva York. Solo existía una compañía de internet y trabajaba con una conexión de 128 kbps. Más tarde surgió otra compañía que me proporcionaba una conexión de 256 kbps y llegaron los datos móviles. Con esas velocidades irrisorias en comparación a las velocidades de conexión y precios que existen ahora en el país, pude trabajar en remoto con archivos de video que por lo general suelen ser muy pesados. Con las competencias de información y comunicación adecuadas se puede superar cualquier reto digital incluso con baja conectividad.

Con la evolución del acceso a la conectividad que se ha producido en Guinea Ecuatorial desde el año 2010, y a pesar de la difícil situación económica que atraviesa el país, si entidades como ORTEL, GITGE u operadores de telefonía continúan realizando su labor como hasta ahora, la universalidad del acceso a internet para la población de Guinea Ecuatorial será una realidad en pocos años. Dotar a la población de las competencias necesarias para hacer un correcto uso de ese acceso a la conectividad es el mayor reto al que se enfrenta el país para que estos puedan ser beneficiarios del acceso a una educación de calidad, a oportunidades de trabajo e incluso a los servicios de la administración pública teniendo en cuenta la labor que está realizando CNIAPGE para la informatización de la administración pública.

La transformación digital es una carrera en la que ya partimos rezagados. Con la generalización del acceso a internet, sin una correcta política para proveer a la población de las competencias digitales necesarias para el buen uso de internet, los problemas sociales derivados de vulneraciones a los derechos digitales incrementarán antes de que el Estado pueda elaborar normas para su protección. No nos podemos permitir retrasar por más tiempo la instrucción de las Competencias TIC, ni repetir errores en la generalización del acceso a internet de nuestra población.

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